martes, 6 de octubre de 2009




Santa Marta, De las montañas al mar,

Entre la sierra nevada y el mar Caribe, al puro norte de Sudamérica, en el hermoso país de Colombia se ubican las selvas y las playas de Santa Marta.

Llegamos al Parque Nacional Tayrona de noche, y la selva nos abrazó con su calor y su encanto. Nos quedamos en los fabulosos eco-habs. Unas cabañas entre las Selva y el mar únicas.

Nos despertamos, vimos un amanecer grandioso, diferente al de Perú, porque aquí el sol sale del mar y se mete en él. Desayunamos y nos fuimos rumbo a una caminata de 3 horas entre la selva y el mar, mirando el Caribe, recorriendo el norte hermoso de este continente abundante.

Quien quiera experimentar Sudamérica debería venir al Tayrona y a Santa Marta, recorrer sus bosques, caminar sus playas y entender por qué aquí, la Tierra se ve y se siente como en el primer día de la creación.

viernes, 2 de octubre de 2009

Bogotá. La sorprendente



BOGOTÁ, la sorprendente.

Suspendida en los Andes, sobre una meseta entre la costa y la Amazonía, 2600 metros más cerca del cielo; se encuentra la ciudad de Bogotá. Organizada y hermosa, en Bogotá se come rico y se vive mejor. La ciudad está perfectamente organizada en calles y carreras numeradas, la gente puede desplazarse cómodamente en ciclovías y ciclorrutas; y un turista cualquiera se siente feliz viajando en la efectiva y ecológica respuesta colombiana al metro: el transmilenio.

Bogotá es roja. Idea del gran arquitecto Colombiano Rogelio Salmona. Tiene un hermoso color terracota otorgado por los cientos de miles de ladrillos que visten gran parte de los edificios que adornan esta hermosa ciudad. Ese rojo “casa” que sólo el ladrillo te puede dar no sólo uniformiza y le da sentido e identidad a los diversos barrios de la ciudad, sino que además, contribuye a embellecer la ciudad cuando cada mañana al salir el sol, además del rojo-terracota, Bogotá es abrazada y contenida por el verde de los cerros que rodean su silueta. Y es que el verde de los árboles no sólo rodea Bogotá; se descuelga de sus cerros, camina entre sus calles, recorre sus carreras y forma maravillosos parques que le dan aún más vida a esta ecológica ciudad.

Uno de estos parques enormes es el Parque Nacional. Los bogotanos lo usan y disfrutan a diario. De mi visita al Parque me llevo el olor a fresco; ese airecito de tarde que te renueva los pensamientos y te hace detener sanamente el diario ajetreo en el que solemos vivir. Eso es para mí el Parque Nacional, una bocanada de aire fresco, un respiro con sabor a tradición; porque uno no se puede ir de aquí sin tomarse una foto en blanco y negro tomada en cámara de antaño y sacada por el famoso “foto-aguita”. Un foto-aguita es un personaje en extinción, un señor fotógrafo que se toma su tiempo para detener el tiempo; como se hacía hace 80años: con cámaras de trípode, químicos, y el fijado de los mismos con… “aguita”.

Si ya están en el Parque Nacional deberían de subir al Cerro tutelar de Bogotá: el Cerro Monserrate. Se sube en tren o en funicular y ambas opciones son igual de espectaculares. Medio kilómetro por encima de la ciudad encontrarán una iglesia hermosa, callecitas tipo colonia, una vista sin igual y muy muy buena comida tradicional. Se los digo yo que soy peruano y como muy bien, no pueden bajar de Monserrate sin haber comido antes tamal con chocolate…delicioso!!!

Si gustan de las alturas suban también a la torre COLPATRIA. Con sus 50 pisos es el edificio más alto del país y los atardeceres desde la cima son realmente espectaculares. Suban y esperense un ratito a que caiga el sol. Cuando el sol se va, la ciudad se enciende y es precisamente a esa hora que Bogotá nos muestra todo su esplendor, como la pujante capital de un país que está cambiando por el empuje de su gente.

Gente que viene haciendo historia en Colombia desde hace más de 1000 años. Ninguna visita a Bogotá estaría terminada sin haber visto la fabulosa colección del Museo del Oro.

Finísimas piezas Muiscas, taironas, Nariños, Calimas, etc… capturan el interés de miles de viajeros quienes por unos instantes retrocedemos en el tiempo y nos encontramos frente a frente con una Colombia de oro, arte y esmeraldas a la espera de ser descubierta.

¿Qué esperan para venir? Debe ser hermoso vivir en una ciudad en donde la respuesta al “gracias” sea siempre un “con mucho gusto”. Vengan y disfruten de Bogotá. El riesgo es que les pueda gustar.